viernes, 21 de febrero de 2014

ROMANCE "ABENÁMAR, ABENÁMAR"

— ¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;  
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla .
—Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.

1. Explica la organización de las ideas en este romance.

El texto que vamos a analizar es un romance, formado por 46 versos octosílabos con rima asonante (ía) en los pares y los impares quedan sueltos.

El romance se inicia in media res, un comienzo muy habitual en el romancero, que consiste en empezar a contar los hechos por la mitad de la historia.  Por lo que podemos afirmar que este poema es, claramente, un romance-escena.

En cuanto al contenido, podemos observar que el texto se puede estructurar en dos partes, que corresponden a los dos diálogos que sostiene el rey.

1.       Diálogo entre Abenámar y el rey (deseo del rey de conquistar Granada y belleza de la ciudad):
1.1   exhortación del rey a Abenámar a responder a su pregunta con veracidad
           a) el moro promete cumplir.
1.2   el rey pregunta sobre la belleza de la ciudad
           b) el moro responde con una descripción exaltada

2.       Diálogo entre el rey y Granada (personificada)
2.1   Petición de matrimonio (deseo de conquista)
2.2   Rechazo de  Granada (aún sin conquistar)

 

ROMANCE "LA DERROTA DE DON RODRIGO"

Las huestes de Don Rodrigo   
desmayaban y huían
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían. 
Rodrigo deja sus tiendas                        
y del real se salía;                                         
solo va el desventurado,                             
que no lleva compañía
y el caballo, de cansado,
ya moverse no podía;
camina por donde quiere,
sin que él le estorbe la vía.
El rey va tan desmayado
que sentido no tenía;
Muerto va de sed y hambre,
que de verle era mancilla; 
iba tan rojo de sangre
que una brasa parecía.
La armas lleva abolladas, 
que eran de gran pedrería,
la espada lleva hecha sierra,
de los golpes que tenía,
y el casco, de abollado,
en la cabeza se hundía;
la cara llevaba hinchada,
del esfuerzo que sufría.
Se subió encima de un cerro,
el más alto que veía.
Desde allí mira a su gente,
cómo iba de vencida;
de allí mira las banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados
que la tierra los cubría;
mira por los capitanes,
que ninguno parecía;
mira el campo, tinto en sangre,  
que como arroyos corría.
Él, triste por ver aquesto,
40 gran pena en sí tenía;
y llorando con sus ojos,
de esta manera decía:
- Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer, villas y castillos,
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados
y gente que me servía,
hoy no me queda una almena
que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
esta grande señoría,
pues lo habría de perder
todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino,
que te lo agradecería?

1. Explica la organización de las ideas en este romance.

El texto que vamos a analizar es un romance, formado por 60 versos octosílabos con rima asonante (ía) en los pares y los impares quedan sueltos.

Se trata de un romance in media res. Se centra en una escena concreta: el momento posterior a la derrota de la huestes de Don Rodrigo.

En cuanto al contenido, podemos observar que el texto se puede estructurar en dos partes que se corresponden con los dos tipos de discurso empleados en el texto: la narración y el diálogo.

(PARTE NARRATIVA)

1.       Derrota de Don Rodrigo (VV 1-4)
2.       El rey vaga derrotado, deambula entre los restos de la batalla (VV 5- 42):

2.1) Descripción de la imagen física y psíquica (aturdido) del rey –(VV 5-28). 
2.2) Observa el campo de batalla: (VV 29-42)
            a) sus soldados 
            b) las banderas
            c) capitanes

 (DIÁLOGO- VOZ DE DON RODRIGO)

3.       Lamento por la pérdida de su reino (VV 43-60)

3.1) Pierde sus posesiones (reino, criados y almenas) (VV 43- 50)
3.2) Lamento por haber nacido para heredar y perder su reino (VV 51-56)
3.3) Deseo de morir - Invocación a la muerte  (VV 57-60)

TEMA 8: LA LÍRICA EN LOS SIGLOS DE ORO

Durante el siglo XVI y parte del XVII, España conoció su máximo esplendor y el comienzo de su ruina. Los imperios de Carlos I y Felipe II se habían extendido por todas las partes del orbe. Sus nombres eran respetados y temidos. Sin embargo, a finales del siglo XVII eran tantos los frentes de guerra que tenía abiertos España, que todo cambió. En la batalla de Rocroy, las tropas francesas vencieron a las españolas y, a consecuencia de este hecho, todos nuestros adversarios comenzaron a advertir que los tercios españoles podían ser vencidos. En los mares, los buques ingleses, franceses y holandeses, por primera vez en muchos años, pusieron en fuga a los de España.

Este esplendor y exuberancia de poder, al cual siguió la decadencia, coincidió con una altísima expresión cultural como no se ha vuelto a dar en nuestro país. Todas las ciencias y las artes cobraron un impulso extraordinario. Hombres ilustres en las letras, en el arte y en el pensamiento se reunieron para aportar conceptos y formas originales. La reunión de estos hombres y su obra ha dado origen a la expresión "Siglo de Oro", aunque el lapso de tiempo que duró este auténtico renacimiento español casi alcanzara los doscientos años. Cuando la decadencia política era manifiesta y las dificultades sociales y económicas graves, aún continuaba en el campo del pensamiento y del arte el crecimiento creativo que no cesó, prácticamente, hasta el siglo XVIII.

La influencia que este movimiento tuvo en el resto de Europa fue considerable.
En el campo literario destacaron, entre otros muchos autores, Miguel de Cervantes , que escribió El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha, Lope de Vega y Calderón de la Barca, que escribieron obras de teatro y Fray Luis de León, poeta brillante. En literatura mística destacaron Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz .

Vivieron durante esta época los más importantes pintores españoles: Velázquez ("Las meninas","Las hilanderas", "La rendición de Breda"...), El Greco ("El caballero de la mano en el pecho", "El entierro del Conde de Orgaz"), Murillo, Ribera, Zurbarán...

En música, destaca Tomás Luis de Victoria.

En escultura sobresalen Gregorio Fernández, Alonso de Berruguete y Juan de Juni.


LA LÍRICA EN LOS SIGLOS DE ORO



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Aquí os dejo dos documentales. El primero es sobre hechos históricos y el segundo sobre los autores de este periodo y su vida en Madrid.

Espero que os gusten.



domingo, 9 de febrero de 2014

LA NARRATIVA HASTA EL 39

LA NOVELA ANTERIOR AL 39


1. INTRODUCCIÓN:
           
            La primera mitad del siglo XX es muy rica desde el punto de vista literario. La calidad es el denominador común de todos los géneros, aunque, si hay uno que destaca por encima de los demás, ése es indudablemente la novela. Los autores de la Generación del 98 utilizan este género como vehículo fundamental de expresión y lo convierten en el género por excelencia de la literatura del siglo XX. Posteriormente, los autores pertenecientes al Novecentismo o Generación del 14 lo cultivan con profusión, junto con el ensayo, y en ambos se proponen buscar nuevas vías narrativas.

 

2. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98


            En 1902 publican en España autores significativos como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos:

1.- Denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia…
2.- Pesimismo ante la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
3.- Influencia de la filosofía: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido)
4.- El dolor de España y Castilla como profundo símbolo de patriotismo casticista.
5.- Renovación estética o del estilo mediante:

             A) El subjetivismo o antirrealismo: no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior.
          B) Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín habla de ‘novela permeable’).

        Los temas que prefieren son España, las causas de la decadencia, la historia, los pueblos, las gentes... además de la reflexión sobre el hombre y su destino. Estos autores no se preocupan por la Historia de los grandes personajes, sino por lo que Unamuno denominó la intrahistoria, es decir, “la vida callada de miles de hombres sin historia”. Otro elemento fundamental en las novelas de la Generación del 98 es la descripción del paisaje como reflejo de un estado de ánimo determinado.

            En cuanto a la forma, estos autores se basan en la simplicidad y la claridad. Huyen de la retórica vacía y de los largos periodos oracionales. Lo más importante es el argumento, el fondo, y la forma no debe ser un obstáculo para la comprensión del mensaje implícito en la novela.


UNAMUNO (1864/1936)

           
            Unamuno acuñó el término "nivolas"; Unamuno se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector...

Novelas más importantes: En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción.

            Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917)

            Tras La tía Tula (1921), Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenrla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

 

VALLE INCLÁN (1866/1936)


Dos estilos definen la obra de Valle: modernismo y esperpento.

Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro "Sonatas", subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”: Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno(1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental". De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista” (1908/1909), que narran episodios de la última guerra carlista de España.
Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, "Tirano Banderas" (1926). Por último las tres novelas del "Ruedo ibérico" (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

 

AZORÍN.-(1873-1967)

           
            En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo. Más tarde escribe Don Juan (1922) y Doña Inés (1925), en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.

 

PÍO BAROJA (1872/1956)


Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

1.- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad
2- Acción y diálogos abundantes
3- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones
4-Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos
5- Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).

Su producción narrativa: se suele  organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:

Primera etapa (1900-1912) Trilogías:1.- La lucha por la vida (La buscaMala Hierba, Aurora roja); 2.- La tierra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventurero). 3.- La raza: (La dama errante, La ciudad de la niebla, El árbol de la ciencia); 4.- El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía, El laberinto de las sirenas,  Los pilotos de altura)

Segunda etapa (1913-1936): (Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .

Tercera etapa (1939-1956): Desde la última vuelta del camino (memorias).

3. NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)


            Como puente entre la Generación del 98 y la Generación del 27, encontramos a un grupo de escritores que se dan a conocer entre 1910 y 1914 y que reciben la denominación de novecentistas. Se trata de filósofos, historiadores y escritores: José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Gregorio Marañón, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez.

            Las características comunes que presenta este grupo tan heterogéneo son las siguientes:

- Se vuelven a plantear el problema de España, al igual que los autores del 98, aunque le dan un tratamiento más intelectual y preciso.
- Desean que España se mire en el espejo de Europa para modernizarse. Para ello, estos intelectuales viajan frecuentemente y tratan de incorporar o divulgar los avances científicos o filosóficos que se producen.
- Todos son universitarios con vocación política. Se acercan al poder para intentar impulsar un cambio real y efectivo en España. Algunos de ellos impulsaron el advenimiento de la II República: Ortega y Gasset, Marañón, Manuel Azaña o Salvador de Madariaga.
- Comparten un estilo brillante y perfeccionista. Buscan la rigurosidad y la obra bien hecha.
- Desvinculan el arte de la vida, y lo convierten en arte deshumanizado (denominación de Ortega y Gasset). Desarrollan una prosa de gran perfección formal.

            En este apartado desarrollaremos sólo a aquellos autores novecentistas que destacan por su producción novelesca. Los demás son fundamentalmente ensayistas.

Gabriel Miró (Alicante, 1879 – Madrid, 1930)
           
            Su prosa destaca principalmente por la utilización de la descripción. Esta técnica enlaza con la actitud contemplativa del autor, que muestra una gran maestría en la narración de los valores sensoriales del paisaje. Describe el color y la luz de un lugar concreto, y también el olor e incluso el sabor de los alimentos, con lo que el lector se siente transportado a un mundo pleno de sensaciones. Además de la descripción, el lirismo y una tristeza vaga son otros dos elementos que deben ser tenidos en cuenta en su obra. A través del paisaje, Miró expresa sus sentimientos y expone sus preocupaciones íntimas. El paisaje, especialmente el alicantino, se convierte así en un vehículo privilegiado de expresión.

            Las novelas más conocidas de Gabriel Miró son Las cerezas del cementerio (1910), Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso (1926). El resto de su obra está formada por obras que prácticamente carecen de argumento y se convierten en cuadros descriptivos y evocaciones del paisaje y de las personas: El libro de Sigüenza (1917), Figuras de la Pasión del Señor (1917), El humo dormido (1919) y Años y leguas (1928).

Ramón Pérez de Ayala (Oviedo, 1880 – Madrid, 1962)

            Este autor mezcla magistralmente en sus novelas los elementos locales de su Asturias natal con lo extranjero. Residió varios años en Inglaterra como Embajador de España, lo cual le proporcionó un conocimiento directo de la civilización europea, de ahí su intento por adaptar estas innovaciones a la cultura española. Se trata de un novelista intelectual, erudito, meticuloso en lo que a la forma se refiere, clásico y elegante, con ingredientes de ironía y humor. Los personajes encarnan los conceptos e ideas del autor, por lo que es frecuente que el desarrollo del argumento se detenga para dar paso a reflexiones sobre el arte y las situaciones. Ramón Pérez de Ayala es un narrador tolerante, que justifica en sus novelas cualquier actitud siempre que esté de acuerdo con la naturaleza del que la adopta. Además, muestra un gran interés por el análisis psicológico de los personajes, a los que disecciona espiritualmente frente al lector.

            Entre las novelas de la primera época destaca Troteras y danzaderas (1913), situada en el Madrid bohemio de principios de siglo. Son relatos costumbristas y satíricos, con un toque común de pesimismo muy cercano a las preocupaciones de los autores del 98. Otros títulos son Tinieblas en las cumbres (1907), A. M. D. G. (1910) y La pata de la raposa (1912).

            Las novelas de la segunda época son más simbólicas y abstractas. La ideología pasa al primer plano, así como la reflexión por parte del autor: Belarmino y Apolonio (1921), Los trabajos de Urbano y Simona (1923), Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1928).

Ramón Gómez de la Serna (1891 – 1963)

            Autor inclasificable, cultivó todos los géneros, además de inventar uno: la greguería (definida por él mismo como ‘metáfora + humor’), y sirve como puente entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia. Siempre intentó renovar y ser original estéticamente, así como contemplar las cosas desde los ángulos más insólitos. En su intento por desmoronar el relato clásico, introduce en sus novelas imágenes, metáforas y continuos juegos de palabras.

            Su producción novelística es muy extensa y de temática variadísima: El torero Caracho (1926), Seis falsas novelas (1927) o El caballero del hongo gris (1928). Los llamados dramas fantásticos son una mezcla de novela y obra de teatro: El drama del palacio deshabitado (1909), La utopía (1909) o El lunático (1912). Escribe biografías como Goya (1928) o Azorín (1930), además de su autobiografía, titulada Automoribundia (1948).

4. La novela deshumanizada
           
            A raíz de la labor realizada por los autores novecentistas, especialmente Ortega y Gasset y su Revista de Occidente, surge un grupo de autores preocupados más por el arte que por los problemas humanos. Ortega consideraba que, ya que la novela estaba agotada como género, había que insistir en otros aspectos. Además de la Revista de Occidente, las colecciones “Nova Novorum”, perteneciente a la misma Revista de Occidente, y “Valores actuales”, de la editorial Ulises, sirvieron como rampa de lanzamiento para los siguientes autores: Valentín Andrés Álvarez, Francisco Ayala, Benjamín Jarnés, Antonio Obregón, Esteban Salazar y Pedro Salinas.

5. La novela social

            Frente a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30 un movimiento que reclama la rehumanización del arte, la vuelta a las preocupaciones humanas. La novela El nuevo romanticismo (1930) de José Díaz Fernández será el detonante de esta nueva literatura. Hechos históricos contemporáneos a estos autores, tales como la Revolución Soviética, la I Guerra Mundial o la guerra de Marruecos, motivaron que estos escritores tomaran conciencia de la realidad y sintieran la necesidad de denunciar aquellos aspectos más rechazables de la sociedad. Los temas giran en torno a la guerra de Marruecos y la situación de los obreros y campesinos, con lo que a veces estas novelas se convierten en reportajes sociales.

José Díaz Fernández (1898-1940)

            Publica El blocao en 1928, que se convierte en una de las primeras obras de este género. La publicación corre a cargo de la editorial Historia Nueva, que contribuye a la consolidación del género con la colección “La Novela Social”.

Ramón J. Sender (1902-1982)

            Es el principal autor de esta corriente. Con Imán (1930) apuntala el género que estaba naciendo. Tiene una gran cantidad de títulos, entre los que destacan especialmente Mr. Witt en el Cantón, que fue Premio Nacional de Literatura en 1935, Crónica del alba (1942) y Réquiem por un campesino español (1960). La preocupación por la denuncia social y el intento por mostrar la realidad tal y como es son dos elementos comunes a la mayoría de las novelas de este autor.

6. La novela realista decimonónica:

            La importancia que la novela realista adquirió en la segunda mitad del siglo XIX pervivió en la obra de algunos autores empeñados en prolongarla: Ricardo León y Concha Espina.

Ricardo León (1877-1943)

            Estableció un puente directo entre el Realismo de Galdós o Clarín y la novela de la primera mitad del XX. En 1908 publicó su novela más exitosa, Casta de hidalgos, con la que se convirtió en uno de los autores de mayor audiencia. Los títulos que le siguieron no alcanzaron tanta popularidad: Comedia sentimental (1909) y Los centauros (1912).

Concha Espina (1877-1955)

            Destaca por desarrollar una prosa tenuemente lírica, así como por sus valores estilísticos. Entre sus páginas podemos encontrar los primeros atisbos de denuncia social, aunque muy matizada por el tono de redención cristiana que utiliza la autora, un elemento común a todas sus novelas, que las convierte más en una demostración de piedad que de verdadera denuncia. En La esfinge maragata (1914) Concha Espina critica la situación discriminatoria de la mujer en León. Su mejor novela es El metal de los muertos (1920), en la que el centro temático es el conflicto laboral planteado por un grupo de mineros.

7. La novela humorística:

Wenceslao Fernández Florez (1884-1964)

            Es uno de los pocos autores españoles dedicados casi en exclusividad a la novela de humor, aunque ese tono humorístico irá agriándose poco a poco a causa del escepticismo. Dedicó la mayor parte de su vida al periodismo, en concreto al artículo diario, lo cual le quitó el tiempo y la dedicación necesarios para la novela. De todos modos, en los últimos tiempos su obra está siendo más valorada y reconocida, con lo que puede ser considerado un autor importante de nuestra literatura. Sus primeras obras son fundamentalmente naturalistas e introducen elementos regionales gallegos, con toques eróticos y costumbristas: La procesión de los días (1914), Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón (1920). Poco a poco su humor se va convirtiendo en más intelectual y crítico, con lo que las novelas de la segunda etapa se desarrollan en lugares imaginarios. Critica los prejuicios sexuales, el apego irracional a la tierra y el falso heroísmo, todo lo cual le lleva al escepticismo: El secreto de Barba Azul (1923) es una de sus mejores novelas. En ella llega a conclusiones tan negativas como que la única solución para la humanidad sería el “suicidio colectivo universal”. A esta época corresponden títulos como Relato inmoral (1928) y El malvado Carabel (1930). A su última etapa corresponde el título más conocido de cuantos escribió Fernández Flórez: El bosque animado (1944). Situada en el bosque de San Salvador de Cecebre, cerca de La Coruña, se trata de una novela de difícil clasificación, impregnada toda ella por un rico simbolismo gallego.


viernes, 7 de febrero de 2014

COMENTARIO CRÍTICO "Muerte en la carretera"

Muerte en la carretera

      Más de setenta muertos se han cobrado ya las carreteras. Y aún no ha mediado la Navidad. Ni ha llegado la noche horrenda con la que tantos parecen querer despedir un año y recibir otro luciendo todas las galas de su ruidosa vulgaridad y su estulticia. ¿Qué cifras tendremos el siete de enero? ¿Qué siniestro regalo de vidas truncadas, familias deshechas, amores y amistades rotas, nos dejarán este año los Reyes Malos de la velocidad y los coches? ¿Cuántas soledades no empezarán estos días? ¿Cuántas miradas de amor no tendrán como objeto más que las fotografías?

       Mueren los fumadores, víctimas de su placer. Mueren los bebedores y los drogadictos, víctimas de su insatisfacción. Mueren los enfermos, víctimas de males contra los que miles de científicos y médicos luchan a diario. Pero, ¿de qué es víctima quien muere en la carretera? ¿Del placer de la velocidad? ¿De la sensación de poder que da conducir una máquina poderosa y bella? ¿Del mal estado o trazado de las carreteras, o de fallos mecánicos? Éstos serían los menos. Tengo para mí que la mayoría muere a causa de la despreocupación y del azar. Serían síntomas que harían de esta muerte la más representativa de un estado de cosas en el que desde hace ya muchos años vivimos.

         Sobre el azar poco hay que decir. Sólo que la carretera le da más posibilidades de jugar con nosotros de las que ha tenido nunca: dos máquinas buscando una circunstancia en la que su encuentro sea mortal para quienes van en ellas. Algo fatídico, en lo que cuentan décimas de segundo. En cuanto a la despreocupación, creo que tiene que ver con un relativismo extremo, resuelto en un nihilismo de masas que quita todo valor a todo; con el mercado y el consumo como leyes universales, impuestas con más rigor de lo que ningún credo religioso o político lo fue jamás; con la transmutación de valores que se opera en el universo de la publicidad, según el cual sólo se puede ser consumiendo, porque sólo se es lo que se tiene; con un sentido enfermo y compulsivo del viaje, que ha desaparecido como tal –ir placentera y tranquilamente de un lugar a otro– para convertirse en apurada llegada a una meta; con la confusión entre lo importante y lo urgente; con una aceleración y una prisa –las más de las veces injustificadas– que apremian como demonios interiores.  

       ¿Cómo podrían evitarse estas muertes? No sólo con la mejora de las carreteras o la revisión de los coches –lo que, desde luego, rebajaría mucho su número–, sino sobre todo con esa forma de autoestima y de amor a los otros que, en los conductores, se llama prudencia. El problema es que, si lo primero se logra con una buena gestión de los recursos públicos y la debida atención a nuestros coches, lo segundo es más difícil. Porque se conduce como se vive, se vive como se es o como nos obligan a ser; y cambiar el ser –o las condiciones que lo determinan– es más difícil que cambiar el firme de una carretera o el aceite de un coche. Es una cuestión, sobre todo, de valores.
.


    Carlos Colón, en www.diariodesevilla.es (28 de diciembre de 2001)




COMENTARIO CRÍTICO


          Desde 1960 han muerto en nuestras carreteras una media de 1350 personas durante cada año, lo que nos da un total  de 71.550 víctimas mortales. Las causas de estas muertes se las podríamos achacar al mal estado de las carreteras; aunque nos equivocaríamos profundamente porque la principal causa de muerte en las carreteras somos nosotros mismo con nuestra despreocupación, y nuestro propio egoísmo, no nos importa la vida de los demás solo nos interesamos poder llegar lo antes posible. Y esto queramos o no es así, porque todos hemos dicho alguna vez: acelera en esta recta, si casi nunca hay coches o no me pongo el cinturón, si  total no vamos a tardar nada.

      Esta despreocupación viene de la mano de la actual sociedad nihilista cuyo único objetivo es consumir y consumir, ¿para qué? Para poder ser personas, porque lamentablemente en esta sociedad solo se mira lo que tienes y no lo que eres. ¿Y quién ha sido el culpable de este nihilismo? La publicidad, querido lector, que nos bombardea con sus anuncios cuando leemos un periódico, cuando navegamos por Internet o cuando vemos la tele. Convirtiendo en algo casi imposible  vivir un día sin ver un solo anuncio del nuevo móvil, el mejor coche, o la televisión con más canales. Otro gallo cantaría si en lugar de atormentarnos con sus sórdidos anuncios, los fabricantes dejaran de hacer publicidad y destinaran ese dinero a mejorar sus propios productos. Así pues,  si nos dejáramos de preocupar por consumir más que nuestro vecino  y atendiéramos  aun más a solidarizarnos con los demás, nos encontraríamos con la solución no solo del problema de la muerte en la carretera si no con la solución de otros muchos problemas (como por ejemplo la pobreza)

      Por ello si no nos preocupáramos tanto por llegar rápido y nos tomáramos más en serio la vida de los demás, os aseguro que las 1128 víctimas mortales del año pasado se reducirían como mínimo a la mitad. Así pues, si no corremos, no conducimos ebrios, nos ponemos el cinturón y, en definitiva, somos más prudentes, además de evitar nuestra propia muerte, evitaremos la de los demás. El problema aquí es que muchos conductores, afortunadamente la mayoría, si que conducen de forma responsable, pero existen otros que conducen de forma poco prudente, provocando este tipo de personas la mayor parte de esas 1128 muertes. Sería, por ello, muy importante que si no valoramos nuestra vida y nos da igual morir o vivir, tuviéramos consideración por aquellos que si aman la vida.

     En resumen,  el problema de las muertes  en la carretera tiene una solución simple, una disminución  de la despreocupación de cada uno de nosotros como miembros de la sociedad que se traduce en un aumento de la prudencia. Así, este concepto no solo lo deberíamos aplicar a la hora de conducir sino que lo deberíamos tener en cuenta en todos los aspectos de nuestra vida.

      Por último para terminar me gustaría finalizar con una frase de un famoso escritor del Siglo de Oro español llamado Baltasar Gracián, que resume muy bien esta idea de prudencia que vengo proponiendo a lo largo de este texto: “ Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos’’


Alexis Béjar López 1ºBACH E (Ciencias)

miércoles, 5 de febrero de 2014

EJEMPLO DE COMENTARIO DE TEXTO: El Conde lucanor

Cuento VII

Lo que sucedió a una mujer que 

se llamaba doña Truhana 

Otra vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de esta manera:

-Patronio, un hombre me ha propuesto una cosa y también me ha dicho la forma de conseguirla. Os aseguro que tiene tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir bien, me sería de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se ligan unos con otros, de tal forma que al final serán muy grandes.

Y entonces le contó a Patronio cuanto él sabía. Al oírlo Patronio, contestó al conde:

-Señor Conde Lucanor, siempre oí decir que el prudente se atiene a las realidades y desdeña las fantasías, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doña Truhana.

El conde le preguntó lo que le había pasado a esta.

-Señor conde -dijo Patronio-, había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas.

»Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había nacido muy pobre.

»Así, pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Doña Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo, empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente porque había perdido todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. Así, porque puso toda su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que esperaba y deseaba tanto.

»Vos, señor conde, si queréis que lo que os dicen y lo que pensáis sean realidad algún día, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no arriesguéis algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación.

Al conde le agradó mucho esto que le contó Patronio, actuó de acuerdo con la historia y, así, le fue muy bien.

Y como a don Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos versos:


En realidades ciertas os podéis confiar,
mas de las fantasías os debéis alejar.

Este comentario no es más que un ejemplo, se puede ampliar y completar con datos que yo no he mencionado.

(Localización)

El relato que vamos a comentar pertenece a la obra El conde Lucanor, compuesta dentro del periodo de la Edad Media, más concretamente de la alta Edad Media que se caracterizaba por un sistema feudal, cuya sociedad era estamental y teocéntrica.        

Esta obra, considerada la obra cumbre de la narrativa en prosa del siglo XIV de la literatura española, está formada por 51 relatos compuestos entre 1330 y 1335 por don Juan Manuel, noble del siglo XIV. No son relatos originales sino que fueron recogidos por don Juan Manuel de distintas fuentes (orientales, árabes...) transformándolas posteriormente y traduciéndolas a la lengua romance, que por entonces se encontraba en pleno proceso de formación tras los primeros pasos dados por su tío Alfonso X.

Alfonso X había impulsado a finales del siglo XIII la Escuela de Traductores de Toledo donde, con ayuda de musulmanes, judíos y cristianos se traducían obras del árabe o hebreo al castellano convirtiendo así la prosa castellana en lengua de cultura. Además establece las normas de ortografía, perfecciona la sintaxis e incorpora a la lengua tecnicismos y cultismos.

Don Juan Manuel es el primer narrador que utiliza la prosa castellana para escribir relatos, hasta entonces sólo se empleaba el verso (Cantar de Mío Cid, El Libro de Buen Amor...), dotando así al castellano de carácter literario. Además es consciente de ser un autor individual responsable de su obra por lo que cuida que ésta no sufra alteraciones.

La originalidad del estilo de don Juan Manuel reside en la manera que trata el tema: en forma de diálogo entre el conde y su servidor Patronio. Esto se puede observar en el relato que estamos comentando donde los guiones introducen las voces de los personajes. Otros rasgos de su estilo es el uso de léxico culto y empleo de recursos literarios como el hipérbato, la elipsis, la metáfora, el paralelismo, la hipérbole y la comparación, así como el uso de la sinestesia, el polisíndeton, la exclamación y la paradoja.

En cuanto al propósito de la obra es doble. Por un lado tiene una intención moral, advertir de los defectos morales como ya se venía haciendo en otras obras y que se relaciona con el contexto en que se escribe. Por otro,  enseñanzas prácticas para orientar a los nobles de la época cómo conservar la fama, la honra y el patrimonio. 


(Género)

Se trata del primer texto narrativo escrito en prosa castellana. En él un narrador nos cuenta las situaciones por las que pasa el Conde y como se le aconseja sobre la mejor manera de actuar. Los distintos relatos pertenecen al subgénero del cuento, es decir narraciones breves, con un número reducido de personajes y con un argumento sencillo donde el nudo nos lleva rápidamente al desenlace.

Podemos observar como aparecen los elementos propios de una narración: narrador, personajes, espacio, tiempo y acción.

En cuanto a las tipologías textuales usadas, podemos comprobar como se emplea tanto la narración en sí misma, el diálogo marcado por los guiones que introducen cada intervención permitiendo a los personajes expresarse por sí mismos y también se emplea la descripción, sobre todo de acciones y de pensamientos como posteriormente se comentará en la forma.


(Tema y estructura)

Lo primero que hay que advertir es el hecho de que esta obra encierra distintas narraciones: la historia del conde Lucanor que vamos descubriendo a lo largo de la lectura de los distintos relatos y los distintos relatos que cuenta Patronio y que nos presentan distintas situaciones y personajes.

Dicho esto, entenderemos que, aunque cada relato trate un tema concreto podríamos considerar como tema de la obra las consejas que recibe el Conde de su consejero Patronio para aprender a actuar en la vida.  El tema de este relato es las falsas ilusiones que nos creamos.

En cuanto a la estructura de los relatos es lineal y todos están estructurados de la misma manera:

1.  El conde Lucanor pide consejo a Patronio (Planteamiento del problema)
2. Patronio establece una semejanza entre el caso que plantea el conde y un cuento. (Opinión de Patronio)
3. Patronio narra el cuento. (Enxiemplo)
4. Consejo de Patronio.  (Conclusión)
5. El conde pone en práctica el consejo. (Aplicación)
6. Don Juan Manuel resume la enseñanza del cuento  en dos versos pareados a modo de moraleja. (Moraleja)


El relato que estamos comentando trata del consejo que le pide el conde a Patronio sobre un negocio que le han propuesto y que en principio parece ventajoso, Patronio le hace ver que no todo parece lo que es para ello le cuenta el cuento de doña Truhana. Consta de 38 líneas, más el título,  divididas en 12 párrafos que se estructuran de la siguiente manera:

1.   Planteamiento del problema (líneas 1 a 5): un hombre le habla al conde Lucanor acerca de un asunto que sería muy provechoso en muchos aspectos.
2.   Opinión de Patronio (líneas 6 a 10): es de inteligentes atenerse a las cosas certeras.
3.    Exienplo (líneas 11 a 32): lo que le sucedió a doña Truana
cuando llevaba la miel al mercado.
4.    Aplicación al caso concreto del conde Lucanor (líneas 33 a 34): las
ilusiones desmedidas hay que desecharlas.
5.    El conde pone en práctica lo dicho por Patronio.
6.    Versos que contienen la moraleja de la historia (líneas 35 a 38).

(Elementos de la narración) 

En cuanto a los elementos de la narración en primer lugar es de destacar que en este relato tenemos dos narradores: un narrador observador en tercera persona  que nos cuenta lo que ve y que interviene en pocas ocasiones, para introducir y cerrar el relato (líneas 1, 6, 7, 11 y 33-36). Pero también Patronio actúa como narrador, en este caso se trata de un narrador en tercera persona omnisciente que cuenta la historia de Doña Truhana (párrafos: parte del 8, 9, 10 y 11). En el relato principal se usa el estilo directo a través del diálogo que mantienen los personajes, Patronio y el Conde, y que ocupa los párrafos 2, 4 y del 6 al 9; en cambio, en el relato secundario no se oye nunca la voz de los personajes sino que lo que estos piensan o dicen lo sabemos a través del narrador (línea 14: empezó a pensar que vendería la miel...).

En cuanto a los personajes, tanto el Conde como Patronio son principales del relato al igual que doña Truhana del ejemplo de Patronio. Todos son personajes tipos que muestran los rasgos del grupo social al que pertenecen además, son planos ya que se caracterizan por rasgos muy simples.
     
La forma de caracterización de los personajes es indirecta, es decir conocemos a los personajes por como actúan y hablan y no por una descripción que haya hecho el narrador. Así, el Conde es una persona joven, sin experiencia en la vida que necesita el apoyo constante de su consejero y que está por encima de Patronio lo cual se observa por la forma de dirigirse el conde a Patronio, no usa el vos (línea 2: Patronio, un hombre...) y a lo largo de todo el segundo párrafo en el que muestra su ingenuidad y pide consejo; en cambio, el consejero debe ser mayor y con mucha experiencia en la vida, es un hombre sabio y comedido a la hora de aconsejar al conde al que humildemente da su opinión y trata con respeto (línea 8: señor conde Lucanor...; línea 12: señor conde...).

Pasando al espacio y al tiempo en el que se desarrolla la narración, en principio no encontramos datos concretos que nos digan en qué espacio y tiempo se desarrolla la historia principal aunque al tratarse de un conde que pide consejo a su consejero podemos pensar que se trata de la casa del conde (espacio interior) y evidentemente debe estar situada en la Edad Media ya que el texto se compuso en esta época, además se debe desarrollar en un sólo día. El cuento que narra Patronio se sitúa en el camino que lleva al mercado (espacio exterior) donde la protagonista va a vender la mercancía, esto nos da la pista de que la acción transcurre por la mañana cuando era propia la venta en el mercado y evidentemente en la Edad Media, ya que en aquella época el sistema de compra era el trueque y también tiene lugar en un sólo día.
  
Para terminar hablaremos de la acción, ésta es lineal ya que las acciones se suceden de forma ordenada.
  
(Lengua y estilo)

Para terminar el comentario vamos a analizar la lengua y el estilo empleado en este relato.
       
Lo primero que destaca es el uso de la forma dialogada, los personajes hablan usando el estilo directo y no a través del narrador. Para ello se usa los guiones que señalan la intervención de cada personaje.

Se trata de un texto narrativo por lo que abundan los verbos y, en cuanto a los verbos, observamos el uso del presente (línea 3: aseguro, tiene) para las acciones que tienen lugar en ese momento, el pretérito perfecto compuesto (línea 2: ha propuesto) para las acciones pasadas pero no terminadas y el condicional (línea 3:pudiera) para las acciones que se consideran hipotéticas, en la intervención del conde; en cambio el consejero utiliza el pretérito perfecto (línea 7: oí) para las acciones pasadas y terminadas, el presente (línea 7: atiene, línea 8: viven) para las acciones que ocurren en ese momento o para hablar de las realidades aceptadas como tales por todos, y para  narrar la historia de doña Truhana emplea el imperfecto (línea 11: había una mujer) para presentar los hechos de su historia y el condicional y presente de subjuntivo (línea 15: diesen y compraría) para contarnos los pensamientos de doña Truhana y a lo que dan lugar. El narrador observador externo emplea el pretérito perfecto ya que indica acciones pasadas y terminadas (línea 6: contó)

Encontramos nombres propios como Truhana, Patronio y Lucanor. Además, vemos como para hablar del negocio que le han ofrecido, Lucanor utiliza sustantivos abstractos: línea 3, ventajas; línea 4, utilidad y provecho. Se utiliza un sustantivo comodín: cosa en la línea 2, así como hombre para no especificar de quién se trata; no importa tanto la cosa como la enseñanza de Patronio. También se emplean sustantivos abstractos para trasmitir esa sensación de que lo propuesto al conde son ilusiones y no realidades (línea 27: fantasías e imaginaciones...)

Abundan los sustantivos concretos en la enumeración de los pensamientos que tiene doña Truhana, línea 12-15: miel, huevos, gallinas, ovejas.

Llama la atención los pares de sustantivos hijos-hijas, yernos-nueras ya que en ningún momento se nos dice que esté casada pero en su imaginación hasta se ve con los maridos y mujeres de sus hijos (línea 17, 18: podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras)

En cuanto a los adjetivos, destaca el uso de los antónimos rica y pobre, con significado valorativo, para hacer alusión al nivel de doña Truhana, utilizando así un circunloquio para decir que pertenece a la clase media (líneas 11 y 12: que era más pobre que rica)

Se emplean vocativos en varias ocasiones: línea 2, Patronio; en la línea 8, Señor Conde Lucanor; línea 12, Señor conde...

En cuanto a las oraciones, se usan las coordinadas y subordinadas como es más propio del texto escrito ya que éste es más elaborado (poner ejemplos).

Si nos detenemos en el aspecto léxico es de destacar los antónimos empleados para hablar de doña Truhana como ya mencionamos anteriormente (más pobre que rica). También interesa la repetición o familia léxica de comprar (párrafo 6), hablando de doña Truhana; así como la de reír (párrafo 8) que antes de descubrirnos que va  a pasar nos lo podemos imaginar.

Es de comentar la mención a Dios con respecto a las ventajas del negocio que le proponen al conde (línea 3: con la ayuda de Dios).

Esto tiene que ver con el hecho de que en la Edad Media, tanto la buena como la mala fortuna no sólo eran producto de la laboriosidad del hombre sino que se pensaba que la voluntad de Dios jugaba un papel bastante importante en la buena o mala consecución de las acciones emprendidas por el hombre; de ahí que el conde Lucanor, aunque vea claramente que el asunto puede salir bien, ponga sus esperanzas en que la voluntad divina coincida con la voluntad humana.

Podemos observar como aparece una enumeración, en este caso se trata de los  pensamientos y esperanzas de doña Truana:

- compraría una partida de huevos (línea 13)
- de los cuales nacerían gallinas (línea 14)
- con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas (línea               15)
- así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias (líneas 16)

Otra descripción de la evolución de los pensamientos de doña Truhana que ya ve como reales es:

    - Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas (línea 17)
    - y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras (línea 18)
   - y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había nacido muy pobre (línea 19 y 20).

        En cuanto a los recursos literarios, el que más destaca es el hipérbato línea 1 (Otra vez, estaba hablando..., el complemento aparece delante del verbo y el sujeto detrás del verbo)...; la elipsis abunda a lo largo de todo el texto, línea 3 (Os aseguro que tiene), línea 6 (le contó a Patronio), línea 13 (empezó a pensar que vendería)...

        Para terminar haremos alusión al pareado que resume la moraleja y que se nos dice que es Don Juan Manuel quien lo ha escrito. Esto es otro rasgo del estilo de Don Juan Manuel que se hace mencionar en su propia obra.

        El pareado son dos versos alejandrinos, ya que se les suma una sílaba al ser versos agudos, con rima consonante en –ar.